15 minutos con el Niño Dios



Navidad. 

Querido Niño Jesús, se acerca la Navidad, el día de tu cumpleaños, en que misteriosamente volveremos a vivir la alegría de tu Nacimiento en la tierra, y la gente está muy lejos de pensar en Ti, sino más bien está como dispersa en mil intereses.

¡Pero que esto suceda también entre los tuyos, es para ponerse triste, y debe causarte mucho dolor a tu Corazoncito de Niño Dios!

¡Ojalá yo no esté en el número de los que esta Navidad te cierren la puerta, te nieguen el hospedaje en su casa y en su corazón a Ti, a San José y a la Virgen! ¡Dios quiera que esta Navidad yo sea como aquella gruta, que a pesar de ser fría y destartalada, supo acoger, por voluntad de Dios, al Dios hecho Hombre!

Señor Jesús, Pequeño Infante, ten compasión de mí, que a veces me preocupo y angustio por las cosas materiales, olvidando que lo importante es salvar el alma, la mía y las almas de mis seres más queridos; porque vivimos acelerados por las cosas de todos los días, y el tiempo vuela y se apura cada vez más, cuando nos estamos acercando a tu Segunda Venida.

Jesús Niño, ten misericordia de este mundo que se ha vuelto de espaldas a la Luz, a Ti, Luz del mundo, y en que Satanás tiene la gran oportunidad de engatusarlo y llevarlo por derroteros de odio y violencia, de maldad y engaño.

Divino Niño Jesús, te pedimos que utilices de nosotros como instrumentos dúctiles en la evangelización, para que este mundo alejado de Ti, vuelva a tus bracitos de Niño Dios, y así la Tierra goce de un tiempo de paz como nunca lo hubo.

 

Del Diario de Santa Faustina Kowalska: 
+ La Hora Santa. Durante esta hora procuraba meditar la Pasión del Señor. No obstante mi alma fue inundada de gozo y de repente vi al pequeño Niño Jesús.  Y su Majestad me penetró y dije: Jesús, Tú eres tan pequeño, pero yo sé que Tú eres mi Creador y Señor. Y Jesús me contestó: Lo soy y trato contigo como un niño para enseñarte la humildad y la sencillez. (Diario # 184) 

+ Jueves.  Al empezar la Hora Santa, quería sumergirme en la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. De repente oí en el alma la voz:
 Medita los misterios de la Encarnación. Y de pronto, delante de mi apareció el Niño Jesús de una belleza resplandeciente.  Me dijo cuánto agradaba a Dios la sencillez del alma. 
Aunque Mi grandeza es inconcebible, trato solamente con los pequeños, exijo de ti la infancia del espíritu. (Diario # 332) 
 
Ahora veo claramente cómo Dios obra por medio del confesor y cómo es fiel a sus promesas. Hace dos semanas el confesor me ordenó meditar sobre la infancia del espíritu. Al principio eso me resultaba algo difícil, sin embargo, el confesor sin hacer caso a mi dificultad, me ordenó continuar la meditación sobre la infancia del espíritu. En la práctica esta infancia debe manifestarse así: El niño no se ocupa del pasado ni del futuro, sino que aprovecha el momento presente. Deseo destacar esta infancia del espíritu en usted, hermana, y doy a eso mucha importancia. (Diario # 333) 

Veo cómo [el Señor Jesús] se inclina a los deseos del confesor, ya que en este período no se me aparece como maestro en la plenitud de fuerzas y de humanidad como adulto, sino que se me aparece como un niño pequeño. Este Dios infinito, se humilla hasta mí bajo la apariencia de un niñito pequeño. Pero la mirada de mi alma no se detiene en la superficie.

 Aunque tomas la apariencia de un niñito pequeño, yo veo en Ti al Inmortal, al Infinito Señor de los señores, adorado (141) día y noche por los espíritus puros, para el cual arden los corazones de los serafines con el fuego del amor purísimo. Oh Cristo, oh Jesús, deseo superarlos en el amor hacia Ti. Les pido el perdón, oh espíritus puros, por haber osado compararme con ustedes. Yo, un abismo de miseria, una vorágine de miseria, pero Tú, oh Dios, que eres un abismo inconcebible de misericordia, absórbeme como el ardor del sol absorbe una gota de rocío. Tu mirada amorosa allana todo abismo. Me siento sumamente feliz de la grandeza de Dios. Ver la grandeza de Dios, es para mi absolutamente suficiente para sentirme feliz por toda la eternidad. (Diario # 334) 
 
Una vez, al ver a Jesús bajo la apariencia de un niñito pequeño, pregunté: Jesús, ¿por qué ahora tratas conmigo tomando el aspecto de un niñito pequeño?  Después de todo, yo veo en Ti a Dios Infinito, al Creador y a mi Señor.  Jesús me contestó que hasta que yo no aprendiera la sencillez y la humildad, trataría conmigo como a un niño pequeño. (Diario # 335)